Catí, aunque muchas veces se inscribe dentro de los territorios que formaron el Maestrazgo de la Orden de Montesa, perteneció desde su carta de población en 1.239 hasta 1.691 (año en el que se le concede la independencia) a los términos adscritos a la ciudad de Morella.

Dos valles, el de la "Font de Catí" y el de "Cirers", conforman el término municipal de la localidad. Sin embargo, también encontramos altas cumbres en sus tierras como el "Tossal de la Nevera" (después de Penyagolosa, uno de los de más altitud de las comarcas de Castellón).

La población se asienta a una altura de 650 m y en ella se conservan un buen número de hermosos edificios medievales construidos gracias a los frutos económicos que produjeron en la población la ganadería y el comercio de la lana. En el S. XVI   Catí contaba con una cabaña de más de nueve mil cabezas y oficios como esquiladores, pelaires, tejedores y comerciantes eran corrientes dando una gran pujanza a la población. En la actualidad la ganadería sigue siendo el principal sustento económico de la población, aunque el ganado ovino se complementa con el porcino, que también goza de gran fama desde antiguo cuando en siglos pasados estas carnes proveían la mesa del Monarca.

Fruto de esta tradición son las empresas de embutidos, secado de jamones y fabricación de quesos que existen en la actualidad, así mismo la población cuenta con empresas dedicadas a la elaboración de turrón y a la fabricación de muebles todas ellas sin abandonar técnicas artesanas que se han mantenido a través del tiempo.

Pasear por Catí es ir encontrando bellos rincones con fachadas de casas que muestran orgullosas sus piedras centenarias, entre las más importantes destacamos las de Montserrat, la de Jerónimo Martí, la del Bayle, del Hort, de En Galiá..., mención aparte merecen la casa Miralles y la casa de la Villa que están separadas por el "carreró del vent" y son muestras importantes de la arquitectura gótica civil de las comarcas castellonenses. Ambas son obra del s. XV, siendo especialmente interesante la lonja de la casa Consistorial.

El recorrido monumental por el casco urbano de Catí lo podemos cerrar con una visita a la iglesia parroquial dedicada a la Asunción de la Virgen. Obra del s. XVI ha sufrido diversas transformaciones hasta el s. XVIII, mientras el campanario que domina toda la población es construido en el s.XVII. En su interior existía una gran cantidad de obras de arte muchas de las cuales han desaparecido en la actualidad. No obstante, todavía podemos admirar un retablo dedicado a los santos Lorenzo y Pedro de Verona, que, aunque encargado en 1.460 al pintor del rey Alfonso V, Jacomart, algunos expertos lo consideran realizado por Rexach. Sea cual fuere su autor, el retablo es de muy buena factura, siendo pagado por el mercader Joan Espígol,  por lo que también se le conoce por el apellido de dicho prohombre.

Pero si rico es el casco urbano de Catí que se enmarca entre dos fuentes (la "Font Vella" y la "Font Nova"), no menos interesantes son las ermitas que jalonan su término entre las más importantes señalaremos la ermita de Santa Ana, la de San Vicente Ferrer (el santo valenciano predicó en Catí en 1.400 ó 1410) y sobre todo el Santuario de l'Avellà, construido después de la aparición de la Virgen en la primera mitad del s.XVI.

Allí se construyeron, desde antiguo, fondas y hospederías, que en la actualidad se están modernizando y que nos sirven de lugar de partida para efectuar numerosas excursiones por las sierras de Catí.

Hablar de Catí es hablar de tradición. La más arraigada es la romería que cada primer sábado del mes de mayo los vecinos del municipio realizan a la ermita de Sant Pere de Castellfort. El camino es largo y para efectuarlo los romeros precisan dos jornadas de fatigoso viaje (entre ida y vuelta). La romería que se documenta en 1.321, siguiendo antiguos caminos y rituales (cantos, comidas, etc) es de las más tradicionales y multitudinarias de cuantas se celebran en las comarcas de Castellón.

En cuanto a repostería, la "collà", el flan de almendra, la "coca" de almendra, las "llançadores" (pasteles que también se reparten en la romería a "Sant Pere" y "els prims" (huevos, aceite, harina y azúcar).